¿Te has doblado el tobillo? Un simple paso en falso, un mal movimiento al bajar un escalón o un giro brusco durante un partido de fútbol y de repente un dolor agudo en tu tobillo. Los esguinces de tobillo son lesiones comunes, pero su impacto puede ir más allá de una simple molestia a algo realmente serio. Si no se tratan adecuadamente, pueden desencadenar una cadena de problemas, incluyendo inestabilidad crónica. En esta guía detallada te contamos sobre los esguinces de tobillo, sus causas y síntomas hasta las mejores estrategias de tratamiento y prevención.
Los ligamentos de tu tobillo son bandas que si bien tienen cierta elasticidad, son lo suficientemente firme para mantener estable la articulación. Un esguince ocurre cuando estas «bandas» se estiran más allá de su límite, llevando a un desgarro parcial o total.
Según la gravedad del esguince se puede clasificar en tres grados:
El dolor es el síntoma más evidente, pero no el único. Presta atención a estas señales de alerta y aprende como detectar un esguince:
¿Tienes hinchazón o hematomas? La inflamación y los moretones son respuestas naturales del cuerpo a la lesión.
¿Tienes rigidez y disminución del rango de movimiento? El tobillo puede sentirse paralizado y ser difícil de mover.
¿Sientes inestabilidad en el tobillo? Puedes sentir que el tobillo se va o se tambalea al caminar.
¿Sientes crujidos o chasquidos? Los sonidos inusuales en la articulación pueden indicar daño en los ligamentos o cartílagos.
Si presentas alguno de estos síntomas, te recomendamos acudir a nuestra emergencia las 24 horas, donde nuestro equipo de profesionales te atenderán de inmediato.
El tratamiento adecuado es crucial para una recuperación completa y para prevenir complicaciones a largo plazo. Es de vital importancia que sigas las indicaciones de tu médico especialista para una recuperación adecuada. Dependiendo de la gravedad del esguince, las opciones incluyen:
Reposo, frío local (no directo, idealmente envuelto en género), compresión, elevación: este protocolo de primeros auxilios ayuda a reducir la inflamación y el dolor.
Inmovilización: en casos más graves, puede ser necesario usar una férula, un yeso o una bota ortopédica para proteger el tobillo mientras sana.
Kinesiología: ejercicios específicos de fortalecimiento, estiramiento y propiocepción (conciencia del cuerpo en el espacio) son clave para recuperar la fuerza, la flexibilidad y la estabilidad del tobillo.
Si un esguince de tobillo no se trata adecuadamente o si sufres varios eventos repetidos, puedes desarrollar inestabilidad crónica. Esto significa que el tobillo se vuelve más propenso a torcerse, incluso con movimientos simples. La inestabilidad crónica puede limitar tu actividad física, aumentar el riesgo de lesiones futuras y afectar tu calidad de vida.
Si el dolor es muy intenso, la hinchazón no disminuye o tienes dificultades para caminar, es fundamental buscar atención médica especializada. Tal como lo indica el traumatólogo Sebastián Sepúlveda, es importante: “poder estudiar tu tobillo y revisar porque en algunas ocasiones es necesario ir a hacer algunas intervenciones para reparar los ligamentos y, sobre todo, poder educar y poder ayudarte en tu reintegro deportivo, y volver a tu vida normal”.
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